Fumando espero.


No empiezo a pensar hasta que no recupero un reflejo de aproximación a algo que parezca lucidez. Eso ocurre siempre después de haber clausurado un cigarrito en mis labios de succionadora Deborah Dora, mirándolo bizca y sacando la mandíbula como una sapiens cualquiera. Nunca estoy más fea que cuando le doy fuego a mi futuro cáncer.


Me llega el calor al párpado empañado y lleno de humo mis pulmones enfermos hasta que a punto estan de explotar como una seta nuclear. Tiro el mechero, me arrasco el chocho encharcado, estiro de la almohada para encajarla en mi nuca rubia enmarañada de sudor y otros jugos. Y entonces pienso, ¿ergo sum? Me siento menos sum que hace tres minutos cuando estaba siendo percutada y orgasmaba sumida en la espiral de Vicio y Muerte que ansío y encuentro, y pierdo y lastimo.


Sigo fumando, y con suerte, la ceniza aún quema mientras se va cayendo moribunda y asesina en mi pecho desnudo de piel fina y venas verdes. Me siento zombie, que nunca es mejor que muerta.


¿Volveré a su cama?

¿Volverá a la mía?

¿Es huésped en cama ajena?

¿Aguantará una segunda corrida?

¿Me ha inyectado un fecundo fecundador creador de fetos alien?

¿Las tengo caídas?

¿La tiene pequeña?


Apago el cigarro y me desagrada el humo ambiental. Me desagrada el semen ambiental. Me desagrada su calcetín ambiental. Me desagrada mi desagrado ambiental.


Sólo quedan dos opciones, por dos, por dos, por dos…


O te vas o me follas, o me follas o te follo, o te follo o te amo, o te amo o me muero.


2 comentarios:

Feder dijo...

La nicotina activa la liberación de adrenalina, además de excitar otras cosillas más en el cerebro... deliciosa después de un buen orgasmo.

Anónimo dijo...

follame