Quiero un novio.


Quiero un novio viejo, muy viejo, con mucho dinero y una polla extremadamente gorda. Quiero que casque pronto y me deje una buena herencia para alquilar todas las putas que me apetezcan lo que me quede de vida, y que mientras dure vivo tome viagra para cincelarme día y noche con su polla gorda y arrugada hasta el día en que le colapse el corazón.


Quiero que sea viejo para estirarle de los pellejos cuando llego al orgasmo y para que me desee más que ninguno. A los viejos les gustamos las jóvenes grasientas y rollizas. Quiero que cuide de mi barriguita sacándome a cenar todas las noches a los mejores restaurantes, que presuma de mí y me adorne con diamantes y vestidos de alta costura, que compre Manolos para mis pies y cientos de peluches para decorar mi habitación.


Quiero que me lleve a la peluquería una vez a la semana y que compre un eunuco para que me vigile mientras juega al mus con sus amigos. Un eunuco que sepa hacer la pedicura y entre la lima y el esmalte me coma, uno por uno, todos los deditos de mis pies.


Quiero que me exhiba delante de sus amigos, y me haga mamar sus pollas muertas. Quiero que me azote cuando me descubra drogada y que me mire mientras me baño.


Mi viejo tendría que dejarme traer a dormir a mis amiguitas y jugar con ellas hasta caer dormidas. Tendría que leerme en la cama las noches que pasáramos a solas las obras completas de Edgar Alan Poe y las de Sade. Antes de lamerme el coño.


Me compraría muchos perros y gatitos que cuidarían las golfas del servicio; tendrían que ser obligatoriamente golfas. Ellas cobrarían su sueldo a cambio de atender la casa y dejar que les metiese mano por debajo de sus bragas de algodón mientras me bebo una botella de vodka ruso y escucho Cannibal Corpse.


Quiero que mi viejo se mee y se cague encima para poder torturarle todos los días hasta la muerte reprendiéndole como a los perros. Metería su hocico en la mierda. Esto no se hace.


Me haría con su semen unos cuantos fetos, todos hembras. Abortaría los varones. Así podría disfrutar con ellas de los millones de mi viudedad y podría vestirlas con tutús rosas y grandes lazos en las coletas. Las alimentaría bien para que creciesen gorditas, las educaría en la supremacía femenina, en el lesbianismo y en el libertinaje sexual y me las follaría en la primera menstruación de cada una.


Y si nada de esto pudiera ser, me conformo con un novio cualquiera que me folle y no me joda.



2 comentarios:

Pedro Molleda dijo...

buenísimo... realmente irónico y realista?

salu2

Anónimo dijo...

jajaja estás colgada