Cuando el Infierno se llene, los Muertos caminarán sobre la Tierra.








Dicen que los vampiros son sexys, y lo son, aunque a mí me tiran un poquito a gay y no me ponen calentorra porque me gusta el hombre macho al estilo clásico de la fisonomía del hombre, ni metrosexuales, ni hostias.


Lo de las vampiresas es ya otro terreno, el de las hembras peligrosas, inmortales, siempre bellas, siempre jóvenes, atormentadas, pálidas, venosas, con el cabello largo, y las uñas, y los colmillos, y los vestidos. Y sí, yo también me enamoré de Lestat como todas las niñas que teníamos doce años y leíamos una entrevista al vampiro traidor. Y luego le pusimos la cara de Tom Cruise, cuando era más guapo y menos gilipollas, con esos tirabuzones dorados y sus trajes de lujo en Nueva Orleáns.


Los mordiscos en el cuello, la seda, el encaje, el tormento, la sangre, la fina seducción del vampiro, la inmortalidad y la eternidad por tanto, la noche, el orgasmo en la succión de la vida. Todo ello es arrebatadoramente sexy, y si yo fuera un pene maricón seguro que me mataría a pajas pensando en vampiros. Pero no es el caso. Yo soy un coño polifílico con los esquemas muy claros, y hasta clásicos por paradoja, y me gustan los tíos masculinos y las tías femeninas. Es muy simple.





Adoro el género fantástico, esa es otra de mis filias. El cine, y lo fantástico en particular. En el cine de terror existe un ser con fama de antilujurioso, pero a mí me resulta irremediablemente atractivo, además de democrático. Entre los zombies, las hembras y los machos son sexualmente apetecibles por las mismas razones.


Los zombies son muertos vivientes por razones desconocidas. George A. Romero fue su padre y no se guardó de proteger su idea, por lo que después de su perfecta trilogía inicial que todos conocemos (y si no tú te lo pierdes) proliferó toda una corriente de plagio con más o menos fortuna. Deshizo su error con un remake años más tarde y a partir de aquello, o pagas derechos o te haces una peli de zombies que no son zombies, son infectados.


Da igual. Todo evoluciona. Antes el cine fantástico era más inocente. No hacía falta un argumento convincente con sus causas y consecuencias ni mil volteretas técnicas con efectos especiales y sustos sin alma para causar una sensación de tensión que ya Romero, o Carpenter, lograban con arte, buen gusto y menos artimañas.



De esa marcha lógica que todas las cosas siguen a medida que nos alejamos más de nuestro Yo originario, es decir, que involucionamos aunque diga Mambrú lo que quiera decir, ha resultado que ahora hay zombies (infectados) rápidos y listos que se la lían gorda a la Jovovich, saga esa que a todos nos gusta por ver a la mujer gato vestida de rojo jodiendo bien a toda esa panda de Hijos de Puta de la Umbrella que los parió.


Aquellos primeros zombies que a mí me seducen, en cambio, eran lentos (estaban no muertos, coño) y no tenían raciocinio. Sólo obedecían a su instinto de devorar. Completamente animales, instintivos, como es el sexo. Sólo que a ellos les daba igual polla que cerebro, que nalga que cuello. Ellos y ellas eran igualmente putrefactos, sórdidos, manejables, predecibles, peligrosos, penetrables por todas las llagas de sus cuerpos desechos. Sólo faltaba que alguien los domesticara, candara su boca y disfrutara del amor eterno y simple que sólo puede procurar un animal imbécil.


7 comentarios:

Deborah Dora dijo...

Las ilustraciones son de Victoria Francés. Adorable.

Feder dijo...

Que asquerosa eres.

Deborah Dora dijo...

Ya.

Feder dijo...

Oye... el que eres asquerosa ya lo sabía desde antes. Esa no es escusa para dejar de escribir.

Anónimo dijo...

Se te extraña Deborah.
Ap. desde mx

Anónimo dijo...

amm noseee ..... ERES HOMOSEXAL jajaja

Juan Carlos dijo...

Buen día, considero que le das un excelente manejo a las palabras y ante todo noto que dejas un poco de lo que tú eres y en el fondo somos todos… solo que por influencia de la perversa sociedad nos da miedo aflorar ese perfecto pero morboso ser que nos habita. Jamás te había leído pero desde hoy seré asiduo seguidor de tus textos. No hagas caso de las mediocres palabras desalentadoras de los mojigatos perdedores que te atacan pues ellos son presas de los sueños de los demás. Saludos desde Bogotá, Colombia